Sunday, December 24, 1995


Habitamos el Sur...
hemos nacido y crecido al Sur. Nuestra vida transcurre allí; es decir, aquí y su devenir gira en/torno a esta circunstancia: la propia. Somos el Sur.
Nuestro pensamiento se forma y genera desde ese centro. A modo de campo, una línea lo circunda elípticamente: la línea de horizonte. Es ella, sí, la misma que en la pampa divide en dos -el abajo y el arriba, el paisaje horizontal-
Aquí, en este universo creado por Julio Perez Sanz, ella, deja de estar quieta, cobrando forma de cordón para abrazar, a modo de círculo, ese límite donde comienza y termina el territorio sureño; punto central y equidistante a cada una de las cientos de miles de partículas, de seres y almas que conforman y habitan este terreno.
Lo nuestro es nuestro, y lo reconocemos. Miramos diferente.
Para ascender Julio construye este "mangrullo-monumento". Escalera arriba, plataforma que mira, que mira desde lo alto y en línea recta hacia adelante, logrando vislumbrar el porvenir, el futuro, accediendo así a la luz, y por lo tanto a la sabiduría. Estoy aquí pero puedo proyectarme, mis pies pisan firme, mis ojos disfrutan en lo alto del conocimiento: del afuera, de la brisa, de los cambios climáticos, del paisaje y del tiempo.
Abajo, apostadas en la base, dos figuras simbólicas representan lo femenino y lo masculino. Ellas, tienen su propia luz, luz interior que el paseante puede apreciar. Son dos cali­doscopios que nos permiten ver la mutación del cambio interno, eterno, del ser humano, cambio en constante movimiento, mientras la vida fluya.

Nora Iniesta,
Buenos Aires, noviembre 1995.

No comments:

Post a Comment